jueves, 11 de marzo de 2010

Tanía

Conocí a Tanía en alguno de esos lugares pocos comunes para conocer a la gente: la calle. Yo iba como siempre, mirando ora hacia el cielo ora hacia el suelo -muy pocas veces miro a la gente que camina alrededor- y me detengo para cruzar la calle. Ella estaba parada a mi lado, y sin más me dijo Me llamo Tanía. Así sin más. No supe qué decir, hasta que después de un breve momento dije Hola. Ella me preguntó cómo me llamaba y le dije Roberto. Me quedé callado, esperando poder cruzar. Ella me dijo que Me gustaba las canciones que yo cantaba y que era una de mis seguidoras más fervientes. Nada más lejos de la realidad. Al tiempo supe que Tanía era estudiante de antropología y que le gustaba escuchar las canciones que yo cantaba. Porque después de aquel saludo me llevó a su casa y nos quedamos buen rato tomando vino y cantando. Hasta la mañana siguiente descubrí que mi felicidad había desaparecido al despedirme de ella bajo un cielo gris y alegre que cantaba con la lluvia y que me decía que probablemente no volveré a ver a Tanía por mucho tiempo.

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