miércoles, 23 de julio de 2014

Adverbios

  Encuentro fascinante la manera en que las personas reflejan sus "pensamientos" en los medios más inexpresables. Es una tontería lo que estoy diciendo, ya medio mundo está hablando de ello. No, no quiero decir nada más de lo que dije, allá ellos si malinterpretan, tergiversan, distorsionan o inventan lo que yo digo. Cada quien es libre de hacer lo que quiera, ¿y quién soy yo para quitarles ese derecho?

  Recientemente leyendo un artículo me dí cuenta de las razones obtusas para seguir con la manía de malgastar el tiempo en caritas felices. Pero comprender lo obtuso no es fácil. aún así, a veces es mejor no dejar de escribir lo que ya está plasmado en el pensamiento, así que, ¿qué más da si todos los chacharos se pierden en el océano?

  Esa es la tormenta exacta. Hace años que se esperaba algo así, pero sería imprudente afirmarlo, no hasta que llegue a la costa.

  ¿Ves las manos y los pies? ¿Sientes los dedos y las caricias? ¿Puedes distinguir los colores? ¿O acaso te crees muy sabio para darte cuenta que no vives ni siquiera la cuarta parte de lo que debes vivir?

  Y pernoctar en la penumbra de la palabra, lo insondable del sueño, lo mismo de siempre y la continuidad de lo superfluo.

  Escribirte los mil y un poemas, y aún así no bastarían para decir Te Amo.

  En comparación con todo lo que anteriormente se ha escrito, esto no es nada.

  Ves las figuras que se mueven, las estrellas pernoctando en la galaxia, una lluvia de vez en cuando, lo maravilloso de todo esto,
¿y piensas que la nada lo es todo?

 Dijiste una vez que las cosas a veces mudan de lugar, tal como en el cuento de Liendo y en el de Garmendia. Como están las cosas, creo que es cierto, porque desde que llegué a este lugar, todo lo que había se ha ido, ya no está.

 God bless us evryone, y sé exactamente cómo se siente, y sin embargo, no me siento tan desamparado como crees.

 

  ¿Y confías en alguien a quien ni siquiera conoces? Ten cuidado y no te devore la computadora, a Lucas eso le pasó una vez, y cuenta que fue desagradable ver a tanta gente apiñada en un espacio tan reducido.

  ¿Por qué tantos adverbios? ¿No te alcanzan los que tienes para decir todo lo que quieres decir? ¿O es que quieres matar adverbialmente a los que alguna vez te lean? ¿Si es que acaso habrá alguna vez? ¿O si habrá alguien que te lea? ¿Habrá alguien? ¿Habrá?

miércoles, 9 de julio de 2014

Lucidez

Hay que ver, su rostro lo dice todo, y yo aquí, mirando cómo pasan las cosas. Lo peor es que tiene el descaro de negarlo todo; decir que no pasó cuando sabe exactamente que estaba viendo. De hecho, recuerdo bien que sus manos sujetaban un libro. La tapa era algo curiosa, tenía varios dibujos, pero nunca pude leer el título. Vi cómo las cosas cambiaban de sitio, y de repente, ya no estábamos en la habitación. Todo comenzó a dar vueltas... era como si el mundo girara, como si estuviéramos en jumanji, con la diferencia de que esto sí era real. A pesar del caos creado, pude reconocer todo: la cama, los libros, la biblioteca, el televisor y la radio mal sintonizada. Libros de Orhan Pamuk, Kafka, Tolstoi y un montón de escritores rusos y turcos de nombres impronunciables. Yo trataba de descifrar lo ocurrido. Pero, aunque todo parecía normal, sabía que las cosas no eran lo que aparentaban. Sus ojos se quedaron fijos, y luego tiró el libro por la ventana. Este se desvaneció. Al menos eso  pienso, porque cuando bajé a buscarlo, ya no estaba. A menos que esté exagerando y haya pasado alguien y se lo haya llevado.

  Cuando crucé la calle, noté que la vecina me miraba suspicaz, como si no me conociera. Y en efecto, cuando la saludé, hizo un gesto para nada agradable y se metió a su casa. Me miraba desde la ventana, con una sonrisa totalmente desconocida para mí. Por primera vez, durante mucho tiempo, me sentí perdido. Estaba en la misma calle, frente a la misma casa, mirando a la misma persona que conozco desde hacía mucho tiempo, pero en otro espacio, en otro sentido, como si estuviera en el mismo lugar pero a la vez en otro diferente. Puede que todo sea una confusión, qué sé yo. Pero con el pasar del tiempo esta normalidad se vuelve más sugestiva, monótona, y las cosas que de verdad importan se viven en otro lado. Por eso, cuando pregunté lo del libro y le dije todo lo que había pasado, me miró y sonrió con sorna, y lo negó todo, pero a la vez confirmándome que mis sospechas eran, y son ciertas.