domingo, 13 de junio de 2010

De las mil y una noches...


"Por la fuerza me han encerrado, separándome de mi amado, y en mi prisión me han hecho saborear mi angustia. Han incendiado mi corazón con los fuegos del amor al impedirme mirar a mi amigo. Me han aprisionado en un palacio construido sobre un monte que fue creado sobre el abismo del mar. Si lo que querían era que yo le olvidara, sólo han logrado añadir angustia a mi amor. Cómo voy a olvidarle si todo lo que me sucede tiene su origen en una mirada mía dirigida al rostro de mi amor. Todos mis días transcurren en medio de la tristeza y paso la noche con mi pensamiento fijo en él. Su recuerdo me hace compañía en mi soledad cuando en ella me encuentro con quien le ha conocido. Me pregunto si después de todo esto el destino permitirá que me vuelva a reunir con el objeto de mis deseos".

Nota: poema tomado del cuento "Historia de Uns Al-Wudjud y de su amada Al-Wardfi-L-Akman", noche 377 de "Las Mil y Una Noches" Traducción de Julio Samsó

sábado, 5 de junio de 2010

Las puertas del cielo

"Íbamos juntos a los bailes, y yo los miraba vivir". ("Las puertas del cielo". Julio Cortázar)







Celina. La pobre murió. En apariencia, porque Mauro no la vio. Aunque no necesariamente tiene que ser Celina. Todo esto resulta descabellado. También curioso. Decir que los dos la vieron al mismo tiempo hubiera sido sorprendente. Porque ya hubieran sido dos los que la vieron. Pero sólo fue uno. Uno sólo fue el que la pudo ver: Marcelo. Si lo hubiera dicho su credibilidad se vería quebrantada, y como abogado su carrera quedaría en duda, quizá en la ruina. Pero eso no importa. Marcelo la vio. Eso es lo importante: él la vio. Marcelo, que la quería en secreto se dio cuenta que era correspondido; aún cuando las puertas del cielo se cerraron Marcelo se dio cuenta de que era a él y no a Mauro a quien se le daba una oportunidad para hallarla.



P.D: este es un pequeño comentario sobre las puertas del cielo. También puede ser tomado como un relato, que en este caso, aunque mediocre, es más meritorio al mismo Cortázar, quien fue el que lo inspiró.