lunes, 23 de enero de 2012

La Sopa: el plato de inicio del fin del mundo



Ya se sabe que a los gringos no les gusta comer Sopa. Y ahí están, armando su sancocho para comérselo con ese gustazo que sólo a ellos les apetece. Ellos van por un lado mientras que el resto del mundo va por otro, aunque a ellos los sigue un montón de gente. A estas alturas podría uno preguntarse: "¿será que lo de la S.O.P.A no es más que el inicio de este inicio de fin del mundo?" Tal vez sí, tal vez no. Mientras tanto, veamos si ellos pueden digerir ese sancocho que con su inexperiencia harán, y luego veremos cómo ponen cara de asco cuando no les guste su propio plato.














                                                                  




                                                                   Imagen tomada de: carloscastrom.wordpress.com

sábado, 14 de enero de 2012

Historia de fin del mundo: Preludio

Dos borrachos bailaban mientras llegaba la hora crucial. Nosotros, del otro lado de la calle, los mirábamos. Otro sujeto los grababa. Ellos gritaban constantemente "¡este es el baile de fin del mundo, este es el baile de fin del mundo!" Algunos pensaron que ambos deliraban debido a la borrachera. Pero lo que ambos gritaban no era ningún cuento. Nadie estaba preparado sino para celebrar. Cervezas, champañas, sangría, ron... todas las bebidas preparadas para la celebración. Nosotros reíamos. Pobres ingenuos, escuché decir, y luego la carcajada incontenida. Ahora muchos se arrepienten. Nada puede compararse al frío ostracismo en el que nos sumergimos. El fin no ha llegado, es cierto. Pero la historia de fin del mundo muy pronto será escrita.

miércoles, 4 de enero de 2012

Sobre la Iliada

http://poesaliteraturayalgoms.blogspot.com/2010/02/sobre-la-iliada.html

Troya o la opinión sobre una película

Hector vs Aquiles



Hace unos días vi de nuevo Troya. Sí, la película que protagonizó Brad Pitt, y que, por no ser tal como la esperaba, no me gustó. Sin embargo, no la estaba viendo solo; mi abuela estaba fascinada por la historia, y a cada nada hacía preguntas sobre la película. Yo traté de explicarle los acontecimientos tal como estaban en el libro. Ella escuchaba atenta mientras veía la película. Y a cada pregunta, yo le respondía. Ella hizo algunos comentarios interesantes sobre la película y la historia que yo le estaba contando. Uno de ellos fue: "ese Aquiles es arrogante, se cree que por ser hijo de dioses puede hacer lo que se le da la gana". Por supuesto, yo traté de explicarle los acontecimientos y el destino de Aquiles. Sin embargo, lo que me interesa reseñar es lo que ella dijo justo en el momento en que Aquiles derrota a Hector en la pelea. Ella dice: "Esa historia no debió haber sido así. Hector era el bueno, Aquiles el malo. El tal Homero ese se equivocó al escribir esa historia". Yo no dije nada al respecto. Es su opinión. Pero me gustó lo que me dijo, y me puso a pensar -de nuevo- sobre el tema. Tenemos entonces que Aquiles es el orgulloso guerrero que no quiere pelear, y se puede decir que por su culpa, su amigo muere (esa es una idea de mi abuela), mientras que Hector, aparte de que es mortal, lucha por lo que quiere y tiene, por lo que ama. ¿Por qué luchaba Aquiles? Por la inmortalidad. Pero esa inmortalidad en cierto sentido no le granjea un favor absoluto.


Fotograma de Troya

Mi abuela, quien nunca en su vida ha leído la Iliada, sin embargo, reconoció el gesto de Aquiles de entregar el cuerpo de Hector a su padre, y dijo que si hubiera sido así desde un principio, hasta pudo haber sido simpático haberlo conocido. Escuchar eso me causó gracia. Y para no sacar a mi abuela de su ilusión -debo destacar que ella no estaba hablando de Brad Pitt ni de su cabellera ni de su físico, sino del personaje en sí- le dije que sí, que pudo haber sido bueno. La película se acabó. Mi abuela apagó el televisor, y yo me fui a casa, pensando en esa conversación que me sigue dando vueltas en la cabeza, mientras todavía escribo esto. No sé si Homero se equivocó; lo que sí sé es que escribió una de las mejores historias que todavía da mucho de qué hablar, y para ello me remito a lo que escribí hace algún tiempo sobre el tema.