jueves, 18 de septiembre de 2014

Barquitos de papel

Ir sin rumbo fijo y desembarcar en la bahía de los sueños...

Lo mejor que podemos hacer es mirar por la ventana y esperar a que escampe. Es curioso ver algunos barquitos de papel navegando por la calle. Al verlos, me pregunto a dónde irán a parar. Recordé los cuentos que inventábamos en torno a ello: un marinero contento porque al fin iría a casa, o en busca de aventuras; el deseo de todo niño con mucha imaginación: surcar los siete mares y enfrentarse con monstruos y encontrar tierras fantásticas o llegar hasta donde duerme el sol. Por eso navego sin rumbo fijo, esperando a que la tormenta amaine para poder izar de nuevo las velas.

viernes, 5 de septiembre de 2014

Último adiós al de De Música ligera

Mucha gente se ha sentido conmocionada por lo acontecido: la muerte de Gustavo Cerati. No soy la excepción. Pero a veces muchos se preguntan por qué la gente se conmociona por la muerte de alguien a quien ni siquiera hemos conocido. Y es verdad. Yo no sé nada sobre Cerati, pero la cuestión estriba en sus canciones. Ahí es donde entra nuestra conmoción, porque muchos se han sentido identificados con una letra, una frase, una nota musical, sus rifs de guitarra. Cerati, al igual que muchos cantantes, artistas y escritores, han dejado huella en el mundo, en la gente común que va por las calles tarareando una de sus canciones, de los jóvenes que ensayan vez tras vez para hacer un cover, y de los escritores que hallan una frase para crear un cuento, un poema o incluso una novela.

  En mi caso, después de haber leído Fervor de Buenos Aires, de Jorge Luis Borges, inmediatamente pensé en La Ciudad de La Furia. Borges describe calles, lugares, momentos; y yo no dejé de pensar que las calles azules de las que habla esa canción sea La Calle Desconocida, poema de Borges donde se describe magistralmente una calle desconocida o ignorada y ¿por qué no? inventada por el poeta. Desde ese momento, tanto la canción de Soda como el poema de Borges me rondaban con tanta frecuencia que se me ocurrió una frase:  La Biblioteca Nocturna de Buenos Aires.

  La idea de escribir algo con ese título me animaba tanto que no sabía que escribir, y cuando empezaba a escribir algo, me daba cuenta que no era eso lo que quería escribir. De pronto me di cuenta que eran cosas distintas, que la idea y la canción y el libro no eran una sola. Por eso escribí dos relatos sostenidos bajo esa idea, bajo el hechizo de la canción y el deseo de encontrar algo misterioso que no sabía si concretaría o no.

  A decir verdad, no sé si haya concretado algo. Aún la idea me ronda la cabeza, y más aún después de lo de Cerati. Hay cosas que a uno lo hacen reaccionar, y la muerte es una de ellas. Sí, ya no están; Cerati, Borges, Spinetta, García Márquez, Cortázar, Simón Díaz y otros tantos que marcaron nuestras vidas, crearon personajes y nos dejaron un fervor para hacer lo que hacemos, con la furia necesaria aún si sentimos que el mundo se derrumba a nuestro alrededor.

  Ahora no están los hombres, sino las leyendas y las palabras que dejaron. Un camino que seguir.Aquí mi pequeño homenaje a esos dos. Todavía tengo pendiente escribir sobre la Biblioteca Nocturna de Buenos Aires, pero mientras dejo esto, un esbozo de lo que alguna vez quisiera escribir. La Biblioteca Nocturna y La Ciudad de la Furia.

Gracias Totales Maestro