domingo, 22 de diciembre de 2013

Piedra de mar.

Soy un sentimental nostálgico. Así, sin comas. El tiempo pasa y golpea, a veces muy duro, pero hay cosas que siempre quedan, aquellas que te forman el carácter y tu vocación, aquellas cosas que te dicen esto es lo que definitivamente quiero hacer, y en la memoria se te quedan grabados los discos que escuchaste, las bandas, las canciones que coreaste a todo pulmón, aquellas que te hacían saltar y creerte todo un rock star. Puede que haya un viejo amor rezagado,  ese que nunca se olvida, los momentos inolvidables. Como dije, soy un sentimental nostálgico. Y algo que despierta esa nostalgia -alegre, por supuesto- es un libro en particular. Aunque lo leí hace más de diez años, y aunque no soy el mismo de aquella época, Piedra de mar me hace evocar el momento en que estaba en casa de una tía, y en un rincón, en una pila de libros escolares, estaba ese, con la tapa ya rota y las páginas amarillas. Tenía algo escrito en la portada, ya no recuerdo qué, pues lo perdí. Supongo que así como llegó se fue. Después de leer ese libro, me interesó leer todo Francisco Massiani; pero en mi caso, Piedra de mar fue ese viraje en mis ganas de escribirlo y describirlo todo. 



Cuando uno lee un libro después de cierto tiempo, la lectura de ese libro cambia, pues ya no eres el mismo. Tal vez se piense que se fue muy tonto para leer un libro de cierto género, o a lo mejor se encuentre una nueva perspectiva de las cosas, como pasa siempre con el Quijote. Pero cada vez que leo Piedra de mar nada de eso me sucede. Porque me lleva a esa época, el momento donde hallé el libro, por no decir que el libro me halló a mí, y donde empecé a identificar entre mis compañeros a Corcho, Carolina, Kika, José... Aún hoy sigue evocando buenos recuerdos. Cosa que no puedo decir de otros libros. Debo admitir que después que lo leí, comencé a elaborar mi propia historia que, aunque fallida, me ha hecho seguir sin importar cuántas veces me desaparezca y sienta que ya no queda nada por contar; aunque, como siempre, me equivoco, porque aunque una de mis aficiones favoritas es la de desaparecer, todavía me queda mucho por contar.

viernes, 15 de noviembre de 2013

Ataduras

De Lorena sé decir que la conozco poco a pesar de todas las tardes que pasamos juntos. Eso fue hace mucho tiempo. Pero aún así, surge de repente preguntándome sobre cómo es vivir en un lugar donde hace frío. Mi respuesta era una sonrisa. A veces la tristeza la invadía, y entonces surgía el odio por todas las cosas, empezando por la vida, y terminando por mí. Yo no sé decir si en realidad estaba bien. La veía todas las tardes, después del trabajo, y nos íbamos por la Urdaneta, bajo el umbral de los árboles y la oscuridad acechante cuando eran los últimos meses del año. Lo que más recuerdo de Lorena es esa mirada limpia y profunda, con media sonrisa cuando quería decir algo. Uno de esos últimos días me dijo que tenía que regresar a Argentina, que su papá estaba mal y que de su hermano no sabía nada. Ni modo, ya el regreso a casa no sería el mismo. Ella esperó a que dijera algo, que diera la respuesta a la pregunta que me hacían sus ojos. En vez de eso, un abrazo y un cuídate mucho fue lo que brotaron de mis labios. Con su sonrisa a medio camino con el llanto, me dijo que lo haría. Lorena se marchó con la tristeza atada a su pecho, y yo recorro las tardes oscuras entre los árboles imaginando una vida muy lejana a esta.

jueves, 29 de agosto de 2013

Carta a M

Irene. La recuerdas a cada instante. Recuerdas el día que se marchó de su casa. Pensamos que daría una vuelta, y estuvimos esperando toda la tarde, el día siguiente... de hecho esperamos varios días, pero nos resignamos a que no volveríamos a verla. Te quedaste pensando, desconsolada si algún día volvería. Extrañabas charlar con ella sobre libros y técnicas de costura. Los días se te hacían largos, y cuando yo regresaba del trabajo te encontraba un poco desconcertada. Entonces me decías que no tiene sentido que exista el tiempo, que las cosas ya no tienen ningún orden y que para qué llevar la cuenta de los días si todos son iguales, inexorablemente los mismos con la decadencia del mundo. Entonces llorabas, porque sabías que a partir de ese momento estarías sola. Es verdad, me tenías a mí; pero a diferencia de Irene, yo no leía sino sólo los magazines deportivos, y tejer era una aberración. Nada de esas cosas las sabía hacer. Entonces me dí cuenta de cuán susceptible eres. Tan frágil. Y yo en mis cosas; ir al fútbol o a la cancha con los amigos; ir y venir del trabajo, ver los noticieros... 

  Dónde estará Irene, repetías con harta frecuencia. Irene, la pobre Irene.  Tal vez desapareció en el borde de alguna colina. Tú y yo sabíamos que no estaba del nada bien. Aunque era agradable. Pero era tu confidente. Y eso fue lo que te desarmó. Yo no supe ser sino aquel a quién mirabas fijamente y le sonreías y le preguntabas ¿todo bien? con una sonrisa protectora, esa que ahora añoro. Y me doy cuenta que tu felicidad estribaba en que habías hablado con Irene sobre tal o cual libro, o por lo que escucharon en la radio sobre algún concierto al que me llevabas arrastrado o por la buena crítica que hacían hacia alguna película que a ambas les había gustado. Pero desde que se marchó así sin previo aviso... es verdad, tenía a su hermano. Y ella te había dicho que lo iría a buscar... ¿no será ese el motivo por el que se fue?

 El doctor me dijo que te podía escribir, pero que no te hablara de Irene. Pero, ¿qué otra cosa puedo hacer si tú me recuerdas a ella? Por ella estás aquí. Por ella te fuiste. Y ahora te extraño; no me di cuenta de lo peligroso que era. Sabes cuánto te quiero. Espero que alguna vez me puedas reconocer, como antes, y que te recuperes y vuelvas a casa. He adquirido el hábito de leer, así que no te aburrirás más porque ya sé hablar de libros. Sobre todo de ese donde se cuenta una historia de unos hermanos que dejan su casa porque al parecer había alguien más allí. Algo parecido a lo que le sucedió a Irene...

 Al irme miro cómo miras tus manos al mismo tiempo que sientes las gotas en tu rostro, y cuando miras al cielo imagino que sientes todo el miedo del mundo, como si las cosas no estuvieran en su sitio, y corres en busca de refugio. En ese instante piensas en el último concierto, la noche fuera del teatro y la oscuridad acechando los faroles. La cálida mañana en el jardín donde leías una de las tantas epopeyas. Y aún cuando estás temblando de ese frío que te cala los huesos, una sonrisa se dibuja en tu rostro, como cuando sonreías por cualquier gesto inútil que yo hacía para hacerte sonreír.

sábado, 6 de julio de 2013

El escritor que escribía en las margenes de los libros.

"Un sabio sin imaginación no puede ya parecer 
otra cosa que un sabio impostor, o 
por lo menos un sabio incompleto"
Charles Baudelaire en su ensayo 
"Nuevas Notas sobre  Edgar Allan Poe"

¿Qué más se puede decir de este genio? Cuentos fantásticos, poemas excelsos. Su obra abarca desde el terror psicológico hasta lo policíaco. Su poesía es de la mejor que se pueda leer; y sin embargo, es más (re)conocido por sus cuentos que por sus poemas, una muestra de la creatividad de este prolífico escritor. Pero lo que sobresale también de Poe es su capacidad hacia la crítica literaria, y más aún en una época donde ésta apenas tenía una base -mejor dicho, estaban levantando sus fundamentos- y los críticos literarios hablaban de los libros por sus autores. Es decir, que si se era un escritor ya consolidado, su reputación lo eximía si alguno de sus libros no eran tan buenos. Sin embargo, ¡ay de aquellos que no tenían una "base literaria"! Y por base literaria me refiero a aquellos que apenas publicaban, pues los críticos los deleznaban y marginaban. 

 Lo primero que llama la atención al leer el material sobre crítica que escribió Poe es su afán por la "formación de una Literatura Norteamericana". En este punto, no hay mucha diferencia con la formación literaria en el resto del continente. Aunque en el caso de Estados Unidos, mientras Poe abogaba por la formación literaria de su nación, sus coterraneos creían ya tener definida dicha formación. En su libro Marginalia incluso insinúa que su país aún no tiene nombre; y después de una extraordinaria explicación, pasa a decir que su nación debería llamarse Apalacha en vez de América, porque el primero es distintivo y hace alusión a sus primeros habitantes, mientras que el segundo designa a Todo el continente: desde Alaska hasta la Patagonia. Y como él mismo pasa a decir: Suramerica también es america.

 En sus ensayos, sobre todo en Marginalia, podemos encontrar las preocupaciones del propio Poe en cuanto a la puntuación y el efecto que puede causar en las impresiones que pretende lograr cualquier texto. De hecho, deja bien claro su punto introduciendo la nota VI de este modo: "todos están de acuerdo que la puntuación es importante"; y a pesar de que todos saben cuán importante es, se lamenta que muchos escritores no la usan de manera correcta. Incluso propuso escribir un ensayo sobre el uso del punto. También hizo referencia al uso -y abuso-  de los guiones. En otra de sus Marginalias -la XIV- escribió lo siguiente: "La imaginación es la nariz de la multitud. Basta tomarla de ella para llevarla a cualquier parte". Y en la nota XVII escribe sobre cómo debe escribirse un cuento para que sus finales terminen de acuerdo a sus comienzos. Y en la nota XLIV da su propia definición de arte como " la reproducción de lo que perciben los sentidos en la naturaleza a través del velo del alma".

  Aunque los otros ensayos también demuestran su capacidad como crítico -y hasta se podría decir de su capacidad como teórico- la Marginalia nos deja ver a un Poe que toma apuntes y escribe en las margenes de los libros. Su ensayo sobre El Principio Poético nos deja ver a un Edgar Allan Poe un poco más erudito, y también nos abre las puertas a una literatura un tanto marginada por los círculos literarios de la época, pero que a su vez revela la esencia de la poesía norteamericana de su tiempo.

  En fin, que Poe se situó en el lugar del observador y contempló bien el panorama para escribir sus pensamientos en el margen de la historia literaria y dejar su huella imperdurable en el imaginario de los escritores modernos.



Enlace: Fragmentos de la Marginalia 

jueves, 30 de mayo de 2013

Pretérito imperfecto


"Estamos hechos para la memoria,
 estamos hechos para la poesía 
o posiblemente estamos 
hechos para el olvido."
Borges

I
A veces se exige más de la cuenta. Cifrar la esperanza en una probabilidad, en inexactitudes que después no se recuerdan. Un tal vez utópico que rodea la ingenuidad. No más palabras, se escucha en medio de la calle, no más palabras y lancémonos al olvido, que la memoria nos guíe a este infinito sin frases y nos cubra la mirada... Y del otro lado alguien escucha con conmiseración lo que dicen. Pobres, no saben lo que es la vida, piensa. Y se retira. Fue joven, hace tiempo, y todavía tiene esperanzas. Por eso aguarda a que algún día alguien diga su nombre en voz alta, y recuerde con esa sonrisa como cuando recuerda las cosas de tiempo atrás; entonces sabe lo que es la felicidad, y se dice que ese pequeño espacio no lo cambia por nada, la de sus recuerdos. Y los nombres se le atraviesan en la garganta, como queriendo salir. Son tantos; rostros, calles, casas, lugares... todo lo que quiere nombrar... a los que están y a los que no. Por eso escribe. Un nombre por hoja, una historia, un recuerdo. Dice que no tiene espacio, pero miente. Tiene todo el espacio suficiente en su memoria como para no morir de soledad.



II

Cuando camino por las calles a veces miro los rostros de las personas. A veces hago comparaciones, que si se parece a tal o a cual, algún conocido que no saludo por la rapidez de la marcha, pero ese momento se queda en la memoria; como cuando Fabiana me vio y me saludó y me dijo ¿te haces el loco o qué? y juro que no es que me estaba haciendo el loco, sino que en realidad no la vi. Creo que es algo natural el que uno vea a un conocido y estos se hagan los locos, los que te miran y dicen en sus adentros yo a este no lo conozco. Es verdad, uno hace lo mismo, pero uno no se encuentra a conocidos en la calle todos los días, sobre todo si no sales de tu casa con tanta frecuencia como para notar los cambios que surgen en la ciudad. Porque a veces es mejor mirar los rostros de los desconocidos y buscar cosas en común con aquellos que conociste. Una realidad paralela creada... un espejismo; eso es lo que surge, espejismos que a veces uno desearía fueran reales.



III


Al verlo salir, cerró la puerta y pensó por un momento sobre todas las cosas que habían vivido hasta ese momento. Cerró los ojos, contuvo el llanto con todas sus fuerzas, para que el dolor no se abalanzara y la tumbara allí. Caminó poco a poco hasta su cuarto. Se recostó y cerró los ojos, un momento nada más para escuchar lo que tanto anhelaba. Pero ese sonido nunca llegó.

IV

Se siente solo, extrañamente perdido y solo. Al abandonar la casa, olvidó sacar su libro, ese que dejó en pretérito imperfecto.







jueves, 4 de abril de 2013

Cuando quieras, vuelve

"Porque los escritores suelen basar sus 
personajes en la gente que conocen.
Así que posiblemente yo puedo llegar
a ser uno de tus personajes". 
R.M


Tenía un título excepcional, pero lo he perdido. No te importa, ¿verdad? Si es así, házmelo saber, ahí inventamos uno que vaya a la medida de este texto. Tal vez pienses que te estoy escribiendo una carta; pero por favor, deja que te ficcionalice un poco. Sí, sin querer te convertirás en un personaje más. Un personaje al que le escribo, por cierto. Muchos no estarán de acuerdo al hecho de que yo le escriba cartas a mis personajes, pues, según dicen, estos llegan a ser muy reales, y en palabras de ellos, yo me obsesiono y les escribo cartas, como en este momento, para pedirles autorización para incluirlos en algún texto. No digo cuento, novela, relato o poema porque no sé exactamente en qué género los incluiré. Por eso digo simple y llanamente texto. Pero como te dije, esta no es una carta, no vayas a pensar... bueno, sabes muy bien el interés que tengo por lo que hago, y aunque no nos conocemos bien, nos une una extraña amistad, tal vez por el interés mutuo de mirar las cosas desde la perspectiva más oblicua de los acontecimientos (a estas alturas no sé qué más escribir). Pero con todo y eso, nos hemos permitido la confianza de los que se conocen de toda la vida; hablar de la familia y el trabajo y los libros leídos y de que todo se está yendo al carajo; pero esto último no importa. Lo que realmente interesa son las conversaciones y los cafés y las bromas y las risas (ya esto empieza a ser muy cursi) y Bolaño. Me dijiste que estabas leyendo Bolaño y Tyzka y Di stefano. Lecturas simultáneas que se cruzan a veces y no recuerdas cuál historia estás contando.


Cartas al viento

  La última vez que te dije que había escrito un cuento o una historia, era la que estaba escribiendo para ti; pero la he perdido, y lamentablemente no recuerdo muy bien de qué iba. Eso es algo que todos me reprochan. Que siempre ficcionalizo a los que conozco, que los convierto en personajes. Creo que no eres la excepción. ¿o sí?.

 Al leer lo escrito, pienso en la última vez que leímos un cuento. Yo no sabía lo que sucedía en el entorno; recuerdo lo leído, los planes de lectura: ninguno concretado, pues las diferentes ocupaciones nos han mantenido alejados. ¿Pero qué otra cosa se puede hacer sino extrañar a aquellos de quienes escribes? Sobre todo si les escribes. No son ínfulas de superioridad ni nada de eso. Yo solía escribir. Ahora no tanto. Sin embargo, me permito decir que te extraño. ¿Cuándo volverás a los libros? Si algún día te decides, tal vez puedas  convertirte de nuevo en ese personaje que olvidé. Por eso, cuando quieras, vuelve.

miércoles, 20 de marzo de 2013

Día Mundial de Poesía

I

Llenar las calles de tatuajes 
en paredes 
versos que floten y griten 
desesperados o felices 
 HOY ES EL DÍA 
HOY ES EL DÍA
 y seguir andando errantes 
escrbiendo en cada esquina 
una sonrisa de pájaro 
de colibrí fugaz
rayar cada ser en los ojos 
pintarlos de colores 
que digan 
HOY ES EL DÍA 
HOY ES LA TARDE 
Y LA NOCHE 
y que se queden estupefactos
libres de cualquier atadura 
que ya no nos miren como locos 
que rayan paredes 
sino como poetas 
iluminando la vida.

II

Y te traigo en este insomnio 
te lleno de palabras y de mundos 
te formo con expresiones incomprensibles 
lenguaje ininteligible que descifro 
con paciencia 

y no te conozco 
aunque sé que somos uno 
desde hace tiempo 
los rumbos nos separan y ya 
no somos los mismos.


III

Grita esencia de lo que eres 
grita 
GRITA todo lo que puedas 
mientras suena la música de fondo 
grita poesía 
grita libertad 
y cierra los ojos 
aborda tu mundo 
y regresa cuando quieras 
verás una vez más todo tan distinto 
las palabras no podrán abarcar 
todos los versos que llevas dentro.






domingo, 17 de febrero de 2013

Sobre una tesis o la respuesta a un mensaje de texto


A media noche recibo un mensaje de texto, el cual dice: “Bolaño y el concepto de fuga o el arte de desaparecer”. Por alguna u otra razón estoy vinculado a esa clase de escritores que escriben a lápiz y nunca publican nada y dicen que siempre escriben –lo que es muy cierto en este caso, aunque sólo publique en mi blog y sea leído por dos o tres personas en todo el mundo; lo importante no es que me lean y tenga miles de seguidores, sino escribir por el placer de escribir, como explicaré más adelante. Al leer el mensaje sonrío y pienso en lo que Bolaño representa para una totalidad de lectores, pero sobre todo de escritores que ven su literatura agresiva, intrépida y audaz; pero a la vez sutil y tierna, como un bello poema que uno no quiere que termine.

  Aunque he leído a Bolaño, confieso que no conozco la totalidad de su obra, y lo que dije antes tiene que ver con una visión personal de lo leído; pero a la vez también es una cuestión generacional. Cuando los jovenes descubren, encuentran o se topan con la literatura de Roberto, de inmediato quieren ser reaccionarios; quieren hacer de sus versos bombas molotov que sacudan los cimientos de la literatura y patear el trasero de la crítica y  pasarse todo el canon... bueno, así suelen ser los jóvenes, sobre todo los escritores. No quiero decir con esto que eso está mal; es algo muy bueno, de hecho, porque es la demostración evidente de que lo que leyeron caló fondo en ellos. Lo malo es cuando se quedan allí, estancados en esa búsqueda del universo y del concepto y noción de la literatura, o post-literatura, y resulta que son peores que la crítica que ellos critican.

Conceptualizar la literatura a estas alturas resulta ya un esfuerzo tedioso; sobre todo si se tiene en cuenta lo que se publica en internet (por eso admiro el trabajo que hacen muchos al respecto). Refiriéndose a la escritura, García Márquez escribió en una ocasión que ésta es lo más cercano a la levitación. Escribir es levitar, ir tras la búsqueda de personajes y situaciones; desarrollar una obra, ya sea poema, cuento, novela, microrrelato... eso es andar en fuga, perderse, viajar sentado en el banco de alguna plaza o frente al computador o sentado en una mesa lápiz en mano escribiendo (y luego transcribiendo, como yo). Ese es el arte de desaparecer. Al escribir, se debe desechar todo el canon literario -y no lo digo desde el sector radical "muera la literatura" o eslogans de ese tipo que se leen por ahí. Se debe desechar porque inconscientemente el canon se incluye en lo que se escribe; en otras palabras, incluimos el canon, la teoría, la crítica, en nuestros textos, aunque lo neguemos miles de veces. Nadar a contracorriente no será posible si no se sabe en qué río estamos metidos. Por eso leer es importante; si alguien va a renegar de los clásicos griegos (que es lo común) al menos debe haber leído algo de ellos para saber a ciencia cierta de qué se está renegando, qué es lo que no le gusta de tal movimiento o tal escritor o sobre lo que dice tal teoría... leer, para un escritor es importante. Aunque sea poco, pero leer. Para saber cómo escribir o sobre contra qué escribir. No se es escritor si primero no se es lector, y en el caso de Bolaño, este lo sabía perfectamente. Por eso, escribir, crear, andar en fuga y desaparecer, sin ser Héctor o Áquiles, sin ser un personaje, ni mucho menos escritor; pero escribir, que al final es lo que importa.

viernes, 8 de febrero de 2013

Viajes

"Decir, escribir algo no tiene ningún sentido. Obrar sí lo tiene.
 La más innoble pedorreta del último mulato que trabaja en el astillero,
en las canteras de granito, en las minas de sal, en la fábrica de pólvora,
tiene más significado que el lenguaje escrituario, literario. Ahí, eso,  un gesto el movimiento de un ojo, una escupida entre las manos antes de volver 
a empuñar la azuela, ¡eso significa algo muy concreto, muy real.
¿Qué significación puede tener en cambio la escritura cuando por definición no tiene el mismo sentido que el habla contidiana  hablada por la gente común?"
Yo, El Supremo. Augusto Roa Bastos


Matar las palabras y acabar con el lenguaje. Acabar con el intermitente dolor de cabeza porque el ibuprofeno no hace nada sino incrementar el bendito dolor; y ni siquiera sabe por qué lo llama bendito cuando lo único que hace el maldito dolor es incrementar; y se sorprende por haber escrito de pronto maldito dolor porque eso es lo que siente; y está harto de usar los conectivos pero qué se le hace si son necesarios para hablar le repite David cada vez que le toca el tema, la tecla piensa él de pronto como si estuviera bailando tango, y escribe así, disparando la coma porque le saca la piedra estar borrando a cada rato porque se equivoca y no pulsa el punto; y aquí es donde llegamos, se dice, la ida y vuelta de todo esto, el retorno de pronto a la proximidad finita de lo que puede suceder cuando todo explota y las palabras se dispersan, torre de babel dice David, nada más acertado y equivocado la vez, y entonces piensa en lo que Ros le dijo un día aunque no sabe qué recuerda claramente el poema del viejo Nicolás y las palabras de todos esos que siguen contando y contando... Las palabras no deberían existir, se repite constantemente, mientras Gabriela lo mira burlonamente y David con su sonrisa le dice que deje de pensar en eso... la vida vuela, y tu debes tomar el siguiente vuelo hacia donde quieras ir antes de que tus fantasmas acaben contigo.