Itinerarios y descripciones de mundos ocurrentes entre formas y espejos o lo que sea que ocurra alrededor de los ojos...
sábado, 27 de marzo de 2010
1895
Quedamos en la Espera. Ese pequeño bar que sólo unos cuantos entendidos conocen. Digo que unos cuantos porque es un sitio casi oculto, y eso que la ciudad no es tan grande; es más pueblo que ciudad, pero qué se le hace. La vida es apacible y no es tan alborotada. La Espera, bonito nombre. Y lo lleva con toda razón, pues llevo esperando más de media hora y nadie que aparece. La música es suave. Jazz que incita a dormir. El sonido del saxofón cerrando la entrada del piano y callando el golpe de la batería. Permanezco mudo. Escuchando. De repente todo se vuelve una vorágine; la complexión del tiempo que se desdobla y me arrastra y me devuelve de nuevo a la silla, en el mismo lugar; sólo que todo parece diferente. Ya no suena el jazz, sólo un piano tan antiguo y pueblerinos mirándome extrañados, tal vez sorprendidos... y al salir, me sorprendo de que todo haya mudado de lugar. Tal vez eso, todo ha mudado de lugar y no estoy en este absurdo sitio, donde no encuentro un solo auto que me lleve a casa.
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario