viernes, 13 de mayo de 2011

La sonrisa de Guasón

  En respuesta a su soliloquio el hombre que despachó se sintió conmovido por la sonrisa llana del extranjero.  Más claro aún se vio que en la noche las palabras eran insuficientes para calmar la melancolía surrealista disconforme a la realidad insana de glóbulos rojos que aparecen en forma de obsequiantes e inquietantes perfumes de azufre. Cuando se enteró, no pudo salir de la trampa. La confabulación estentórea se volvió una quimera, un asunto para reír. Había leído tanto que perdió la secuencia de los días y las firmes palabras que leyó de algunos genios en ese momento le parecieron incomprensibles. Habitar la casa, la palabra… pero no era esto lo que aparecía de pronto, no eran palabras lo que encontraba, eran balas; fue en ese instante cuando entendió el pleno significado de la palabra muerte, que no es palabra sino estado… la desaparición absoluta de alguien que dejó de existir. Por más que buscara el significado, se daría cuenta que más que palabra era condición, un dejar de estar… y tanto decir que la palabra es la casa del ser… pero también es el hecho permanente para dejar de existir.

No hay comentarios.: