No importa que no llegues,
yo sé que tu presencia aún
evoca viejos recuerdos
Que tal vez el rencor un día
se olvide de mi
y te deje tranquila
Después de ese soliloquio de ira
comprenderás lo inútil
que es el odio
cuando sabes que la muerte
es inevitable
y que tuve que irme
sin nada que decir
porque nunca quise decirte adiós
pensando que te vería de nuevo
Ya ves lo inhóspito que resulta
no saber si se estará bien
y lo desolado que me encuentro
al verte entre espejos
maldecir mi difunto nombre.
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