sábado, 8 de mayo de 2010

Frontera Negra.


Comenzamos a imaginar cosas. De repente, y en un breve espacio de tiempo, nos encontramos en la frontera negra. Tal vez comience a divagar con la descripción del lugar, por eso no me esforzaré en hacerlo. La cuestión es que la cabaña estaba muy oscura, el campamento abarrotado; el frío, infernal. No podíamos ver los rostros de los que nos acompañaban. por eso, para saber que estabamos allí decidimos conversar. Nadie creía que nos encontraramos en la frontera negra. Según decían algunos, las cosas allí solían mudar de lugar. Que de pronto las cosas no parecen ser en lo que luego se transfiguran. Se pueden ver pájaros que no son pájaros y serpientes con voces humanas, como en el jardín del Éden, comenta un extraño. Por eso, en la noche, aunque escuchamos las conversaciones ajenas, no hacemos caso, puede que sea esa línea la que nos traicione y nos trague. Tal vez todos esos rumores son falsos, tal vez sea el sueño el que nos engañe y no otra cosa. La frontera negra, de la que nadie- según dicen por acá- regresa.

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