lunes, 31 de enero de 2011

Una pequeña historia contada al tiempo

 Primero debo aclarar que estas teclas ya no dan para más, y que puede ser inútil todo intento de repararlas. Puedo teclear duro y siempre habrá una palabra, una letra que pase desapercibida, porque muy pocos se dan cuenta de esos detalles. No estoy diciendo que mi máquina no funcione; todo lo contrario, el que no funciona soy yo. A esta conclusión he llegado debido a los últimos acontecimientos. Pero eso lo contaré otro día, porque ya el sueño me está invadiendo. Tengo que apresurarme a escribir esa historia que quiero escribir antes de quedarme dormido.
Alguien podría decir que la longevidad es algo extraordinario. ¡Feliz el hombre que llegue a los cien años! Y hay imbéciles que lo escriben en números romanos. La verdad no es nada agradable ni afortunado llegar a esta edad. Ya el cuerpo no funciona. Los cien años, al umbral de la muerte. ¿Es esto motivo de alegría? Yo no lo creo. Ya no aguanto los dolores, no puedo caminar y mis necesidades ya no las puedo hacer por mí mismo; siempre hay alguien que me está llevando, si es que hay alguien. Pero como dije voy a contar una pequeña historia. Pero será en otra oportunidad, necesito descansar, mañana a lo mejor podré acordarme de todo lo que he dicho hoy.

No hay comentarios.: