sábado, 9 de octubre de 2010

Elina


Quiero contarte una historia, Elina. Te parecerá increíble lo que te diré, y tal vez no me creas. No me creerás Elina porque lo que te diré no sucedió. Andabas por el pantano, saltando y cantando. Tu cabello reflejaba el color del oro, y sonreías, sonreías al cantar. Lo sé porque te estaba viendo. Sí, yo te vi, aunque tú no pudiste verme. Y de repente levantas la mirada, desconcertada. Algo había pasado. Miraste y gritaste "papá". Volviste a hacerlo dos, tres, cuatro, hasta cinco veces. Y tu voz se notaba frágil, aquejada, como con ganas de llorar. Pensabas que él estaba allí. No era yo, Elina. El ruido provenía de otra dirección, distinta a donde yo estaba. Callaste y seguiste caminando, ya no con la alegría de antes, ni con las alegres canciones que inundaban el pantano. No eran alegres. No lo eran porque tú no estabas alegre. Mientras caminabas, Elina, vi a tu papá que te acompañaba para que no fueras sola.

*Fotograma de la película Elina- som om jag inte fanns del director
Klaus Härö. 2002. De esta película está basado este relato.

2 comentarios:

Marcela dijo...

La alegría es tan efímera, a veces. Ojalá Elina no esté tan sola como parece.
Voy a buscar la película.
Un beso.

Edu dijo...

No lo está... ella es muy fuerte... Sólo son apariencias...