miércoles, 14 de julio de 2010

La tarde


Para K.S,
en tardes de lluvias...






El camino parece ofrecer cosas sorprendentes. Pretendo cambiar la ruta. Algo me detiene, no sé qué es. Avanzo, sin darme cuenta de lo que sucede alrededor. La tarde ya casi termina, el cielo se pinta de añil, y pequeñas gotas sorprenden a los incautos. Unos cuantos maldicen y corren. Yo sigo, tranquilo, envolviéndome en la bruma, con el calor del frío. La calle ya está mojada. La lluvia ofrece la oportunidad de limpiar las almas, y pulir los ojos para que brillen mucho más. Quiero creer que nada de esto me sorprende; no es así. A pesar de que conozco el camino, a pesar de ser la ruta diaria, siempre me encuentro con cosas nuevas, sorprendentes. Y sonrío. Sí, sonrío al ver el horizonte apagarse; al sentir la lluvia sobre mi cabeza. Y los pájaros que cantan:

¿Cuántos cuentos
puede contar el viento?

¿Cuántas canciones
puede escuchar tu alma?

las flores que ven tus ojos
¿a dónde van?

y tu corazón
¿en qué lugar está?




1 comentario:

Marcela dijo...

Es un gran don poder encontrar cosas sorprendentes en el mismo camino que recorremos todos los días. Es una habilidad del que mira.
Me gustó mucho esta descripción: el camino, la lluvia, las preguntas.
Beso.