
A veces encuentro el contraste un poco opacado. Es decir, que no hay mucha diferencia entre las cosas que digo y hago. Tal vez por eso soy muy escurridizo. Tal vez, a lo mejor, pueda convertirme en sombra y ocultarme en los escondrijos más absurdos que pueda encontrar. Un parque, o una habitación o en los ojos que siempre andan a la expectativa; los que siempre me buscan, los que me quieren capturar. Es mejor la huida, desaparecer sin decir nada, sin dejar rastros. Unicamente los contornos de la noche en los labios que gritan mi nombre.


Estoy bajo el escritorio. La odisea continúa. Comienzo y fin; sólo que el principio es tan arduo que no he podido comenzar. Que broma. Ahora me buscan para decirme que el personaje no puede entrar en escena. Absurdo, pienso, y voy a ver qué pasa. No pasa nada, el tipo está recostado. Dice que no quiere aparecer porque le parece muy arriesgado andar por ahí yendo del timbo al tambo en la intemperie sin comida ni agua ni abrigo. Que el frío le daña la piel y el calor se la reseca. Tonto este personaje que pretende ser un súper heróe. No me queda otra que botarlo, y buscar uno arriesgado. Seguiré mi búsqudeda; revisaré el catálogo de personajes que encontré la otra vez en una agencia de personajes literarios, a ver qué pasa.

