Me niego a pensar que está allí. Es como el cuento de García Márquez que leí por primera vez... la del muchacho que ve todo desde su ataúd, y que sabiendo que está vivo se cree muerto; o ellos lo creen muerto. Es una situación parecida. ¿Qué tal si quiere decir algo antes de irse? ¿De dejar sus últimos recuerdos por escrito, o sacar las fotografías escondidas junto con las últimas barajitas de la infancia, esas que compartíamos y a veces escondíamos porque eran de buena suerte?
No espero a que todo termine aquí. Tengo una percepción de la realidad de la que el resto de las personas carecen. No, no puedo ver a los muertos. Pero sí puedo recordarlos, y devolverles la vida en un espacio de tiempo: en la memoria. Hay canciones que hablan de ello: "si piensas en mí viviré en ti", o algo por el estilo dice una de las canciones de Mago de Öz. Las intuiciones a veces no son precisas; pero siempre recuerdo ese cuento de García Márquez, y me pregunto cómo será verse a uno mismo desde afuera, desde otro ángulo; incluso sin ser uno mismo y que no nos podamos reconocer en lo que somos o seremos. Teoría de las probabilidades. "No existen las casualidades, sino las causalidades", dicen muchos. Yo creo que existen ambas: no somos dueños del tiempo ni podemos sujetar los acontecimientos. La oblicuidad de la vida, como la podrán llamar algunos.
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Recuerdos de infancia |
Yo no estoy exento de memoria, pero tampoco soy un Funes. Puede que sea un desheredado, el tiempo me ha jugado malas pasadas, y la vida sencillamente ha sido un trajín y un ir y venir con fatigas y desesperanzas. Todavía recuerdo esa tarde de Junio donde nos sentamos a conversar y planificar lo que haríamos en el futuro; ninguno de los dos sabíamos que pronto la oscuridad se cerniría; sí, así en estilo romántico. Porque eso es la nostalgia: romanticismo puro. Cada fotografía se convierte en suceso, en una nueva historia que hay que contar porque la nostalgia olvida, el desamparo olvida... el dolor que nos pertenece y sus recuerdos que ya no son efímeros, sino constantes imperdurables que nos acompañarán hasta que nosotros mismos dejemos de existir.
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