Cruzar el puente una y otra vez
ser un viajero sin rumbo
sin distancias
sin contar los días ni las horas
Caminar el puente
cruzarlo y devolverse
como yendo y viniendo a través de la vida y la muerte
y mirar abajo
el río que se expande
llamativo
susurrando algún regreso
alguna piedra cuya silueta indica
que allí yace tu cuerpo.
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